Muchos estaremos de acuerdo en que el 2103 fue un año sólido para el cine. La siguiente lista celebra las películas que más resonaron en mi año cinéfilo y considera aquellas que tuve la oportunidad de ver durante el mismo, siempre y cuando se estrenaran en México —comercialmente o en muestras y/o festivales— o en alguna plataforma internacional de video on demand. Me atrevo a incluir además un pequeño mash-up con las diez películas seleccionadas en esta lista, como un pequeño homenaje y agradecimiento a los dioses del cine, que este año nos consintieron tanto. Espero disfruten de este combo. Les deseo un feliz 2014. Nos vemos en el cine.
1. THE MASTER (USA — Paul Thomas Anderson)
La película más enigmática y críptica de Paul Thomas Anderson no es sino una larga y hermosa disertación cinematográfica sobre el dilema humano por excelencia: la eterna pugna entre el instinto dominador —nuestro lado civilizado y civilizante, que aquí se expresa en la figura de un carismático e indudablemente fraudulento gurú espiritual interpretado por Philip Seymour Hoffman— y el instinto salvaje —un Joaquin Phoenix primitivo, alcohólico, hipersexual, brutalmente sincero y extrañamente seductor—. The Master es la parabólica historia de amor-odio entre el domador y la bestia, cuyo fascinante idilio termina evocando el eterno duelo de la atribulada mente humana. Una obra hechizante, por momentos desconcertante, pero plena en todo momento de misterio y belleza.
2. SAMSARA (USA — Ron Fricke)
Repleto de impresionantes imágenes recolectadas a lo largo de 5 años en una veintena de países —quizá las más prístinas jamás capturadas—, éste extraordinario filme de Ron Fricke, carente en su totalidad de diálogos, nos muestra la belleza abrumadora de nuestro planeta en oposición a unos menesteres humanos a veces sublimes, a veces escabrosos y en los peores casos, francamente absurdos. Ver Samsara —pieza de compañía de la ya célebre Baraka— es vernos a nosotros mismos a través de un telescopio. El resultado —además de tratarse de una experiencia audiovisual y narrativa sobresaliente— es necesario y revelador, pues arroja una nueva luz sobre muchas de las paradojas de la vida moderna. Fricke nos enfrenta con su lente a realidades que conocemos pero jamás hemos podido ver de cerca —algunas de ellas maravillosas— y a otras que nos hemos empeñado en aprender a olvidar, aunque se encuentren día a día frente a nuestros ojos. Su propuesta es relevante no sólo en su carácter revelatorio, sino en su abierta invitación a la elección.
3. LA VIE D'ADÈLE (Chapitres 1 & 2) (Francia, España, Bélgica — Abdelliatif Kechiche)
Una hermosa intromisión —detallada, paciente y por momentos abrumadora— en el fluir de experiencias de una persona —difícil llamarle personaje— en el pleno florecimiento de su identidad sexual, amorosa y humana. El mayor logro de Abdelliatif Kechiche es lograr conjurar con su narrativa un vaivén hipnotizante de momentos aparentemente ordinarios —mas no por eso poco fascinantes— y otros evidentemente decisivos en la incipiente existencia de su protagonista —la Adéle del título—, echando mano de poco más que su cámara y un estupendo grupo de actores (destacando Léa Seydoux y especialmente Adèle Exarchopolous). Kechiche convierte al close-up extremo —un recurso usualmente molesto si se le abusa— en un efectivo y extraño aliado, compenetrándonos con su protagonista de manera tal que, de pronto y sin darnos cuenta, nos resulta tan cercana en gestos y sensaciones como una amiga de la infancia.
4. FRANCES HA (USA — Noah Baumbach)
Con una excepcional y ultra-carismática Greta Gerwig en el rol principal, esta comedia brilla por sus acertadas observaciones sobre el adulto joven urbano —ese ente atrapado entre la inacción y el exceso de opciones, obligado por el mundo a autodefinirse limitadamente o deambular en el limbo de la indecisión—. Con fotografía en blanco y negro, minimalismo casi naturalista y ecos a un tipo de cine que ya no existe, Noah Baumbach logra una cinta ágil, mordaz, desarmante en su honestidad y sutil pero contundentemente conmovedora, evitando remarcablemente bifurcarse hacia ese cinismo posmoderno cada vez más frecuente en trabajos independientes que, como éste, aspiran a la franqueza. Frances Ha se trata quizá del primer intento sincero e inteligente de retrato generacional que hemos visto en mucho —pero mucho— tiempo.
5. THE ACT OF KILLING (Dinamarca — Joshua Oppenheimer)
Joshua Oppenheimer logra el documental más importante de los últimos años abordando la ‘obra’ de Anwar Congo, uno de los asesinos más célebres de la historia —quien mató con su propia mano una parte sustancial del millón de comunistas que el gobierno militarizado de Indonesia tuvo que borrar del mapa en los 60’s para proliferar—. La genialidad de Oppenheimer consiste, más allá de la selección de su personaje —meritoria de por sí—, en la brillante ocurrencia de proponer al autodenominado gangster realizar una recreación dramatizada, con total control creativo, de las hazañas que le dieron la fama y lo convirtieron en una celebridad en su país. El reto, que entusiasma enormemente a Congo pues promete un despliegue incontenido de orgullo y megalomanía —y porque aparentemente todos encontramos irresistible la idea de jugar al cinito— poco a poco comienza a revelarle, involuntariamente, una empatía sorpresiva por su victimario, orillándolo a una especie de expiación inevitable y dolorosa. El mayor interés del filme, por encima de la insólita descripción de un régimen totalitario (y de los posibles paralelismos sociopolíticos aplicables), reside en constituir un interesante y original documento sobre los mecanismos del remordimiento, mismo que, conforme avanza la película, podemos ver tomando fantasmagórica posesión de un protagonista que, sin querer —aún con el único y llano propósito del auto-homenaje—, aprende que los horrores cometidos tarde o temprano terminan cobrando factura.
6. BEFORE MIDNIGHT (USA — Richard Linklater)
La tercera parte de la trilogía comenzada en 1995 por Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy sorprende por su voluntad, hasta el momento inédita, de llevar a sus personajes —Jesse y Céline— hacia los rincones más amargos —casi fatídicos— a los que puede llegar una relación amorosa. Si bien los resultados han sido cada vez menos ligeros por entrega, los matices que aquí revelan sus personajes —corroídos por la costumbre, los sacrificios, los resentimientos— así como los temas que se despliegan entre cada conversación —la inexorabilidad del paso del tiempo siendo uno de los más importantes— terminan constituyendo una película mucho más sombría que las anteriores, pero igualmente —o tal vez aún más— entrañable y conmovedora. Delpy y Hawke brillan como nunca antes en su interpretación de la célebre dupla en su caótica —aunque necesaria— noche oscura del alma.
7. STORIES WE TELL (Canada — Sarah Polley)
Sarah Polley pone frente a la cámara a sus familiares y allegados más cercanos para desentramar un misterio familiar —su fallecida madre pudo haber tenido (o no) un affair de repercusiones mayores a las sospechadas—, logrando a través de testimonios, acertadas (y estilizadas) dramatizaciones y viejas películas caseras, un documental íntimo y sumamente emocional. La hazaña es de por sí mucho más interesante de lo que podríamos imaginarnos con su mera descripción, pero el mayor logro de Polley es terminar evocando —desde los confines de su vieja casa y por medio de su propia historia— la importancia de la narrativa en la concepción del individuo de su propia existencia. Stories We Tell nos revela con fascinación cómo nuestra vida jamás podrá ser asimilada en su totalidad, sino como pequeños fragmentos que hilvanamos unos con otros —esas historias que nos contamos— cuyo significado se vislumbra apenas en retrospectiva. Tal vez nunca nadie haya logrado algo más bello sacando a relucir los trapos sucios familiares.
8. TO THE WONDER (USA, Terrence Malick)
Lo más cercano que ha realizado Terrence Malick a una pieza de ballet —narrativamente hablando— terminó convirtiéndose previsible e injustamente en su cinta menos apreciada. Resulta difícil sumarla en unas cuantas palabras, pero basta decir que el tema con el que el controvertido director juega en esta ocasión es el amor —el de pareja y el que se profesa a la divinidad (que parece proponer, no son sino extensiones de la misma cosa)— sumando para la hazaña sus ya conocidos métodos (incluyendo la cada vez más deslumbrante fotografía de Emmanuel Lubezki). Como el resto de los trabajos de Malick, el resultado es evocador y desconcertante. Para los ojos y sentidos de quien esto escribe, una de las experiencias más sensoriales y bellas que surgieron del celuloide en este casi extinto año.
9. GLORIA (Chile — Sebastián Lelio)
Hay vida después de los 50’s. Hay amor después del divorcio. Hay pasión después de la menopausia. Y hay, precisamente, mucha gloria en este cándido retrato —natural y profundamente fresco— de una cincuentona que jamás abandonó la curiosidad (interpretada por una valiente y carismática Paulina García, a quien todos quisiéramos de tía). Sin volverla una visión romántica de la madurez —existe la debida presencia de fajas, gruesas diaptrías y hasta un poco de existencialismo con dejos de mid-life crisis— Sebastián Lelio, su director y escritor, imprime un inusual sentido de la aventura a los pormenores de su heroína, convirtiendo a su cinta en una gozosa y extrañamente esperanzadora celebración del inicio de la vejez.
10. THE BLING RING / SPRING BREAKERS (USA — Sofia Coppola / Harmony Korine)
Dos cintas muy similares en esencia, de temáticas y acabados sumamente contemporáneos, provenientes de dos autores que no podrían ser más opuestos y que sin embargo coinciden en esta ocasión en su enfoque: abordar sus obras desde una glorificación aparente —pero sólo aparente— de las problemáticas que exponen. La intención que Sofia Coppola y Harmony Korine comparten en sus trabajos más recientes parece ser únicamente sumergir a su público en los universos de los jóvenes criminales que retratan —regodeándose en la estética, los símbolos y los valores tanto de los entornos en los que se desenvuelven y como de aquellos que anhelan—. Ni Coppola ni Korine parecen estar interesados en hacernos entender a profundidad de dónde surgen las mundanas aspiraciones de sus protagonistas —eso se lo dejan a su público— y lo más interesante de ambas cintas es que a pesar de que en ningún momento decidan emitir juicios morales extremadamente claros sobre lo que están narrando —al contrario, parecieran evadirlos—, terminan manifestando de manera más que clara su verdadera vocación: evidenciar la íntima relación que guarda el atractivo de ciertos rituales modernos —el estado de fiesta totalizante que es el spring break gringo y el culto a la celebridad— con la profunda decadencia de la sociedad misma que los crea y prolifera. Tanto The Bling Ring como Spring Breakers emplean para su discurso la voz fría y enajenada de los valores que critican —un ejercicio poco común y sin embargo efectivo— y que germinan en una juventud que recita canciones de Britney Spears como su único credo y adivina el diseñador de un par de zapatos caros con tan sólo vislumbrarlos. Nos hablan desde las entrañas de una generación incapaz de generar ambiciones más allá del dinero, el poder, la fama y los objetos.
MENCIONES HONORÍFICAS:
INSIDE LLEWYN DAVIS (USA — Joel & Ethan Coen) / AMOUR (Austria, Francia, Alemania — Michael Haneke) / BEASTS OF THE SOUTHERN WILD (USA — Behn Zeitlin) / AIN’T THEM BODIES SAINTS (USA — David Lowery) / BLUE JASMINE (USA — Woody Allen) / THE PLACE BEYOND THE PINES (USA — Derek Cianfrance) / SEARCHING FOR SUGARMAN (Suecia, Reino Unido — Malik Bendjelloul) / POZITIA COPILULUI (La Postura del Hijo) (Rumania — Calin Peter Netzer) / THE INKEEPERS (USA — Ti West)
BOTTOM 3:
1. L'ÈCUME DES JOURS (Amor Índigo) (Francia — Michel Gondry)
2. LES MISERABLES (USA, Reino Unido — Tom Hooper)
3. LOS AMANTES PASAJEROS (España — Pedro Almodóvar)